23 octubre 2015

El complot B o la cruzada contra el rosa

Ayer por la noche, entre el sueño y el cansancio, estuve discutiendo con mi pareja acerca de un tema tan abstracto como es el caso de las muñecas, y más concretamente la Muñeca, la amada y criticada a partes iguales, me refiero a Barbie y sus compañeras, de la firma Mattel.

Antes de empezar mi pequeño debate interno, quiero subrayar el hecho de que esta una opinión personal que surge de una reflexión interna, evidentemente, tendrá sus argumentos injustificados así como sus lagunas, pero aprovechó el haberme informado acerca del tema para la redacción de una serie de artículos, y plasmo las conclusiones resultantes -incido de nuevo, de carácter puramente personal- en mi sitio.

Barbie es una muñeca que surge en el año 1959 suponiendo toda una ruptura dentro de la producción y fabricación de juguetes (si a alguien le interesa conocer algo más acerca de la historia de esta muñeca, este artículo elaborado por el Museo del Traje está bastante completo). Previamente, los juguetes destinados al público infantil femenino consistían en muñecas de trapo o en forma de bebé, incidiendo en ese papel de "madre y esposa" que se asociaba al futuro de estas niñas. Barbie rompe con todo esto si atendemos a una serie de factores: en primer lugar, la figura representa a una chica joven, que ha dejado de lado la infancia pero todavía no alcanza la madurez, que tiene pareja (como se mostró con el posterior lanzamiento de Ken) pero no está comprometida, que viste y se interesa por la moda, que viaja, que desempeña diversas profesiones... en resumidas cuentas, dentro de lo que cabe, Barbie era una mujer libre.

Con el paso del tiempo, y atendiendo al éxito que Mattel estaba cultivando, Barbie amplió fronteras llegando a diversos países de todo el mundo, diversificando las etnias que representaba, incluyendo nuevos personajes y elementos dentro de la línea de juguetes y apelando a nuevos públicos, como puede ser el caso de los adultos. Y evidentemente, con un poco más de retraso, llegaron las críticas: Barbie ofrece un ideal de belleza inalcanzable, la belleza de Barbie no es real, Barbie es una muestra más de la opresión del género masculino ya que se busca que todas las mujeres seamos pequeños maniquíes de plástico... STOP! Yo reconozco, en un momento determinado, haber apoyado esta campaña anti-Barbie, quizás porque no estaba tan metida en el mundo del coleccionismo o porque simplemente quería estar más delgada y a alguien tenía que echarle la culpa de mis aspiraciones; sin embargo, ahora lo veo con distancia y me doy cuenta de las incongruencias en las que a veces caemos... ¡Empecemos!

El primer motivo que me lleva a subrayar lo absurdo de estos argumentos es el público al que Mattel se refiere. Tenemos dos niveles: por un lado las niñas y niños que buscan un juguete y por otro los adultos que quieren una pieza de colección. Lo cierto es que el primer grupo no es muy difícil de contentar y se puede resumir en unas pocas palabras como son Rosa, Princesa, Sirena, Cachorros. No podemos negar que Barbie cumple esto y más, y por ese motivo, es normal que las niñas se vean irremediablemente atraídas por este figurín. Se me puede contestar que sí, pero ello no hace necesario que tenga que tener esas medidas de infarto, pues cierto es, pero no podemos dejar de lado el hecho de que Barbie es una fashion doll, es decir, una muñeca creada para ser vestida a la moda, si nos ponemos culturetas, esta tipología hereda la tradición de las Pandoras o de los maniquíes franceses en los que se mostraban a futuras compradoras sus vestidos en miniatura, evidentemente, si querían convencer a las señoras de la belleza de una prenda tenían que poner de relieve lo bien que les iba a sentar, cuestión de mero marketing y de historia, no hay mucho más. Por otro lado, los coleccionistas se fijan en otros aspectos como el atuendo (de nuevo incido en el hecho de que estamos ante una fashion doll), el maquillaje, el cuidado del peinado, la calidad de los materiales o la exclusividad del modelo, estoy segura de que poco les importa si tenga 60 de cintura o tenga 75.

¿En serio tienes esta preciosidad delante y únicamente piensas en su estrecha cintura?
En relación con la argumentación anterior, muchas veces se dice que Barbie no deja de ser un modelo para las niñas, que van a imitar. Disculpa, pero creo que realmente si las niñas quisieran ser como Barbie tendríamos las calles infestadas de colas de pez de silicona, vestidos pomposos y purpurina (y en algunos casos hasta sería más beneficioso que esas bragas vaqueras que se lucen por ahí), por el momento aún no me he topado con nadie así. Por supuesto, se puede aludir a esas chicas rusas que se han operado y redefinido su silueta para parecerse a la rubia muñeca, pero, sin intención de ser faltona, son meras excepciones que radican en una obsesión (y si no os creeis que hay cosas raras por el mundo, os remito al programa Mi extraña obsesión).

Hemos de considerar el mensaje REAL que se busca transmitir con esta muñeca, y para ello me voy a remitir a las nuevas líneas que Mattel lanza al mercado: Monster High nos enseña que ser diferente es algo positivo que no tiene que avergonzarnos, Ever After High que las apariencias engañana y que cada uno ha de seguir a su corazón a la hora de determinar su destino, DC Superhero Girls que todo el mundo puede ser un héroe (y no puedo evitar hacer una pequeña alusión a lo sexista que, por otro lado, es el título)... Barbie no, Barbie es un maniquí sobre el que disponer ropa bonita, variar el peinado, realmente y en resumidas cuentas, no deja de ser una muñeca estética. Y a pesar de que en sí esta figura no tenga un mensaje que te cagas, nos olvidamos de aspectos muy importantes, como el lanzamiento de modelos para recuadar fondos para la investigación del cáncer de mama, el hecho de que Barbie haya sido embajadora de Unicef, ha colaborado con importantes diseñadores, o que acerca grandes obras musicales al público infantil a través de sus películas. Y si esto es malo, que el que lo piense hable ahora o calle para siempre.

Ejemplo de uno de esos modelos con el fin de recaudar fondos para la investigación del cáncer de mama.
Ah, pero es muy bonito decir que es una símbolo de opresión masculina, pero... ¿qué me decís del papel de Ken en toda esta historia? No lo neguemos, es un complemento más de Barbie, es el príncipe que aparece en el último momento, es el novio que viste a conjunto... Por otro lado, no puedo evitar mencionarlo, tenemos los Action Man para los chicos, que también son modelos sexualizados y exagerados, pero de eso nadie se queja, por supuesto. Siento mi cinismo, pero estoy un poco harta de encontrarme toda esta serie de contradicciones.

Se nos llena la boca hablando de belleza real, pero ¿cuál es la belleza real? ¿Una exageración de la realidad? ¿Mi cuerpo? ¿El cuerpo de mi madre? ¿El de una chica que tiene problemas para engordar por su metabolismo? ¿El de otra que supera su IMC? Es una muñeca, en ningún momento se ha puesto como un modelo a seguir, sino más bien como un juguete con el que pasar el rato o bien una pieza a la que admirar, no por su constitución, sino por los elementos que la completan. Sin embargo, no puedo terminar sin destacar el hecho de que Barbie siempre se ha mantenido fiel a lo que siempre ha sido, introduce variaciones en el molde así como un gran abanico de nuevos modelos con el fin de llegar a un público más amplio, pero la calidad ahí sigue, sea con ese cuerpo imposible o con otro distinto, pero que más da, es una tradición y a día de hoy creo que puedo afirmar sin ningún tipo de duda que se ha convertido en un icono de la cultura popular, no por su físico, sino por todo lo que supone en su conjunto, porque, nos guste o no, Barbie ha sido el juguete predilecto de una generación.

Resulta evidente que Barbie ha cambiado, pero su esencia como fashion doll siempre está presente, sea en estos modelos actuales o en esa primera edición de 1959.

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